Su nombre está asociado desde hace décadas a la publicación periodística Le Monde Diplomatique tanto en Francia como España. Este periodista y catedrático de teoría de la comunicación fue también el impulsor del movimiento ATTAC, protagonistas en el movimiento antiglobalización con eventos tan destacados como el Foro Social de Porto Alegre y las sucesivas ediciones. Prolífico autor de libros, premiado en diferentes ocasiones y Doctor Honoris Causa por varias universidades.
Durante el inicio del confinamiento estuvo en Cuba. Desde allí, Ignacio Ramonet (Redondela, Galicia, 1943) escribió un extenso ensayo con su reflexiones sobre el mundo actual y futuro en medio de una pandemia sin precedentes. De esos pensamientos, y ya desde París donde reside habitualmente, hablamos con él.
-Ha definido la pandemia como un
“hecho social total”. ¿Qué significa?
–Es una expresión que algunos sociólogos utilizan.
En particular, un sociólogo de gran referencia como Norbert Elias. ¿Qué es un
hecho social total? Pues a veces en la historia se producen acontecimientos,
por ejemplo una guerra, que tienen repercusiones en todos los ámbitos de la
sociedad. Primero en la organización misma de la sociedad, en la economía, en
la cultura, en la política, en la organización de la vida de la gente. La
pandemia, tal y como nos ha sorprendido, ha funcionado y está funcionando como
un hecho social total. Realmente hay pocos espacios en nuestra vida cotidiana y
en la de las sociedades que no se hayan visto afectadas de manera
particularmente impactante por la pandemia.
-Ha señalado, al igual que otras
muchas personas, que el mundo y la vida no va a ser igual cuando acabe todo.
Parece que lo tenemos todos claro
-Yo creo que sí. Bueno, todos no,
ha habido una serie de intelectuales que han dicho que todo sería exactamente
igual. Por ejemplo aquí en Francia, Michel Houellebecq escribió un texto
diciendo que después de la pandemia todo será igual. ¿En qué sentido todo
seguirá igual? Bueno, seguiremos en una sociedad vertical, el capitalismo no se
habrá derrumbado, las grandes empresas seguirán teniendo un rol determinante…En
ese aspecto no cabe duda de que la estructuración, el esqueleto portador de la
sociedad, probablemente no se va a mover, al menos en un primer tiempo. Pero sí
que muchas cosas ya se están moviendo. Y podemos decir quizás que muchas han
cambiado ya. Por ejemplo la cuestión del teletrabajo. Hoy día es conocido que,
en particular en nuestras sociedades desarrolladas, cantidad de gente piensa
que ir a la oficina cada día tiene cada vez menos sentido. Y que durante estos
meses se ha demostrado que se puede trabajar perfectamente igual desde casa.
«Vamos a
ver muchos Gobiernos cambiar de color por los efectos de la pandemia»
Por otro lado, una parte del
consumo virtual se ha podido hacer de manera virtual. Globalmente la
aceleración de toda la virtualidad, de todo el universo de internet, no cabe
duda de que aunque ya estaba bien anclada en nuestras sociedades, ha conocido
una aceleración muy notable. No es una casualidad que precisamente las empresas
del GAFA (Google, Amazon, Facebook, Apple) sean las que más han ganado y las
que menos han sufrido con esta pandemia. Así podríamos decir que muchas cosas
se han modificado. Probablemente también, aunque decía antes que el capitalismo
se va a mantener, el neoliberalismo como lo habíamos conocido hasta ahora
probablemente no va a ser posible. Porque esta pandemia tiene tres tiempos.
Estamos viviendo el tiempo sanitario, que es el más importante en esta fase.
Pero ya está viniendo el tiempo económica, y la pandemia económica va a ser de
una brutalidad desconocida. Las cifras últimas publicadas sobre las
expectativas de la economía española, la situación de los bancos en España…Todo
esto da una idea de la colosal tempestad que están viviendo las economías. Y el
tercer tiempo va a ser el social. No sabe duda de que si las economías sufren,
quienes van a sufrir van a ser los trabajadores a todo nivel. Por consiguiente
eso va a producir aquí y allá protestas o revueltas. Y sea electoralmente o por
otras vías, vamos a ver muchos Gobiernos cambiar de color por los efectos de la
pandemia.
-Se está haciendo también mucho
hincapié, especialmente a nivel europeo, en que la crisis no la paguen los de
siempre como ocurrió en 2008. ¿Debemos ser algo optimistas con esto?
-Por ejemplo, un país del Sur
cualquiera. ¿De qué vive? La mayoría viven de tres cosas. La mayoría de países
de África, América Latina, de gran parte de Asia, viven de tres cosas. O bien
de las exportaciones de los productos del suelo o subsuelo, la minería o la
agricultura. Segundo, de las remesas que envían sus trabajadores emigrados. Y
tercero, en algunos de ellos, del turismo. Estas fuentes de recursos hoy día
están muy impactadas por la pandemia. El turismo está con un encefalograma
plano. Las remesas, como la mayoría de estos trabajadores está en los países
desarrollados, y que evidentemente, van a entrar en una crisis colosas, van a
disminuir masivamente. Como por otra parte la economía está medio paralizada,
las exportaciones también están de capa caída. Entonces, imagina cuando en un
país se caen estos tres recurso, obviamente el número de quiebras va a ser
colosal. Cuando quiebran las empresas, quienes sufren son los bancos. Porque
han dado créditos para que las empresas funciones. Por tanto, el propio sistema
bancario se puede derrumbar en muchos países.
«En
Europa va a haber una gran sufrimiento social aunque haya mucho capital para
ayudar»
Esto es lo que normalmente podría
haber ocurrido en Europa. No va a ocurrir por el acuerdo que se logró. Porque
la UE que ve venir esta situación, está dispuesta a endeudarse sin límite para
que precisamente todo el sistema bancario, que es un poco el sistema de riego
sanguíneo de la economía europea, no dé quiebra y colapse. En Europa va a haber
una gran sufrimiento social aunque haya mucho capital para ayudar. Pero eso no
va a cambiar el hecho de que mucha gente vaya a perder su empleo. En Francia,
por ejemplo, el propio presidente anunció hace dos semanas que se espera en
otoño próximo la pérdida de un millón de puestos de trabajo. Es enorme, si
piensas que cada puesto de trabajo hace vivir a dos o tres persona.
-Cambiando de tema, hay muchas
referencias, y también las describía usted en el artículo, sobre la irrupción
de la vigilancia masiva digital. Supongo que en este tipo de situaciones hay
riesgos y beneficios dentro de una crisis sanitaria
-La era digital, en la que ya
estábamos desde hace unos 30 años, ahora ha alcanzado una normalidad. El mundo
actual es el mundo de la virtualidad. Para los que aún dudaban de si estábamos
en una prolongación de la era industrial, pues ahora estamos en la era virtual
y de la ciber actividad. Por consiguiente, eso significa que cada vez que toco
una tecla en mi computadora, teléfono o Ipad, estoy dejando una huella de lo
que hago. Por consiguiente, no cabe duda de que ahora sí que se confirma algo
que algunos ya habíamos predicho desde hace bastante tiempo. Y es que los datos
que cada uno damos de nosotros pasan a ser una materia prima de alto valor y
que probablemente pueden transformarse en la materia prima de la era digital.
Eso va a tener un valor económico en la medida en la que en el mundo del 5G y
Big Data, se va a trabajar exclusivamente con datos. En el mejor de los casos
para conocer mejor desde el punto de vista comercial o publicitario todas las
simpatías y deseos de los individuos. Pero además eso va a permitir a las
grandes empresas digitales y a los Gobiernos e institutos de inteligencia para
tener un conocimiento muy fino de cada uno de nosotros.
Entonces, la idea de que
precisamente haya una especie de Big Brother que conozca a cada uno de los
7.000 millones de habitantes del planeta, o los 5.000 que usan constantemente
internet, eso, que era ciencia ficción cuando Orwell escribió 1984,
está siendo cada día más real. Yo escribí hace poco un libro llamado El
imperio de la vigilancia y creo que me quedé corto. Porque con la
pandemia esto se ha confirmado completamente. Antes podían decir que era un
poco paranoico y cosas así pero ahora es la realidad.
-Una de las cosas por las que más
se le conoce fue su lucha en el movimiento antiglobalización y la fundación de ATTAC. Han pasado
varias décadas pero, ¿cómo se relacionan las críticas que ya se hacían entonces
sobre el mundo con la realidad actual en plena pandemia?
-Nosotros lanzamos el movimiento
hace unos 20 con la idea de “Otro mundo es posible” y con el Foro Social. La
crisis de 2008, que fue financiera y de crédito, ya nos dio la razón de que
obviamente la globalización, es decir el neoliberalismo globalizado, nos
conducía hacia un mundo en el que cada vez habría más gente cada día más rica y
gente cada vez más pobre relativamente. Hoy, el 1% de la población más rica
posee más de la mitad de la riqueza del mundo. Hoy día, si quieres esta
desigualdad salta tanto a la vista que el escándalo se ha generalizado.
La pandemia está estableciendo
también la crisis del modelo neoliberal. Por ejemplo, hemos visto como muchos
países se han cerrado, como muchos países apuestan por el mercado interior. La
crisis ha demostrado que, por ejemplo, en Europa no se fabricaban mascarillas,
paracetamol, respiradores…Sabemos que habrá otras crisis, porque en los últimos
15 ha habido otras tres crisis epidemiológicas aunque no hayan concernido a
Europa. El SARS y el MERS han sido crisis muy graves para Asia. Nadie puede
decir que no habrá otra crisis pandémica de aquí a 5 o 10 años. No tenemos
autonomía en materia de producción de lo que es mínimamente indispensable para
combatir una amenaza de este tipo. Todo este modelo que consistía en fabricarlo
todo con trabajadores mal pagados en el otro lado del mundo es que el hoy
tenemos, a la vez por razones económicas, sanitarias y ecológicas. No nos
olvidemos de una importante, que la pandemia no es más que una manifestación de
la crisis ecológica. Porque el virus ha surgido por el desprecio a la
naturaleza, por el ataque constante a ella y en particular a los animales
salvajes. Y el virus ha saltado precisamente por ese desprecio. No podemos
seguir fabricando una camisa al otro lado del mundo que va a ser transportada y
consumiendo una cantidad excepcional de petróleo y energía para luego ser
vendida a un precio ridículo. Es impensable. Este tipo de modelo es al que hoy,
por razones económicas, ecológicas y políticas, la sociedad debería rechazar.
-A nivel geopolítico nos
preguntamos mucho el papel que van a cumplir ahora China y EEUU. ¿Podemos ver
algún cambio en el equilibrio entre fuerzas?
«Es la
primera vez desde el principio del siglo XX que hay una crisis mundial y que
EEUU no tiene un rol de protagonista»
-En el aspecto geopolítico vamos
a decir algo que es lo más central. Es la primera vez desde el principio del
siglo XX que hay una crisis mundial y que EEUU no tiene un rol de protagonista.
Esto no se ha visto nunca hasta ahora. Su intervención en la I Guerra Mundial
fue decisiva, en 1944 también. Y desde los años 50, EEUU ha estado en todas las
partes. Esta vez no han enviado una mascarilla a nadie. No han enviado una
jeringuilla ni personal médico a nadie. Esta ausencia da una idea de la
debilidad de EEUU. El país más impactado por la pandemia es EEUU, por una
conducción política completamente errática, equivocada, con un problema de
liderazgo enorme que pone en riesgo la continuidad de Trump, tal y como lo
dicen los sondeos. Solo esto ya es una indicación de cómo la pandemia está
modificando la geopolítica. Por otra parte también, la pandemia detuvo todos
los conflictos en el mundo durante unas semanas, con mucha más eficacia que la
ONU. Otra cosa, las Naciones Unidas han estado absolutamente ausentes en esta
crisis. No se han oído iniciativas. Por tanto, hay algo en la estructuración y
funcionamiento geopolítico hasta ahora que demuestra que tal y como funcionaba
el mundo, éste no era eficaz.
Sobre China podríamos decir dos
cosas. Primero, tiene una responsabilidad en la medida que el virus surgió allí
y no pudo impedir que saliera. Por otra parte, China ha combatido con gran
eficacia la pandemia y es el país que ha ayudado enormemente a otros países,
enviando medicamentos, médicos, etc.
-Estuvo en Cuba durante las
primeras semanas de confinamiento. Ha alabado su gestión de la pandemia, ¿por
qué?
-Cuba ha combatido la pandemia
con mucha eficacia sin declarar un confinamiento obligatorio, pero con mucha
disciplina social, con mucho voluntarismo y de manera bastante inteligente, y
con una organización social muy eficaz. Por otra parte también, Cuba no ha
dudado en enviar a cerca de 45 países brigadas médicas con personal: Italia,
Andorra, las posesiones de Francia en el Caribe, en América Latina o África.
Cuba sí ha dado muestras de un internacionalismo solidario y creo que esto vale
la pena subrayarlo. Infelizmente los grandes medios de comunicación europeos no
lo subrayan. Por otra parte observamos que la UE ha publicado una lista de los
países con los que se puede aceptar viajero y veo que no está Cuba, que es uno
de los países que menos casos tiene en el mundo. Para darte una idea, Cuba
tiene más o menos la misma población que Bélgica, 10-11 millones de habitantes.
Bélgica tiene 9.000 muertes. Cuba sólo 85. Entonces, evidentemente hay una
manera de afrontar esta cuestión desde el punto de vista sanitaria que
demuestra lo que se sabía ya, que Cuba es una gran potencia médica. Pero que es
una gran potencia con una generosidad y solidaridad espectacular cuando muy
pocos países en el mundo han enviado ayuda a tantos países.
Fuente:Miguel Muñoz para https://www.cuartopoder.es/ |
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