¿Qué significa “conocer” para Paulo Freire?
Cuando
Paulo Freire piensa en los asuntos de la educación, de la cultura y de los
sentidos en los procesos humanos de conocer, él siempre parte de una
constatación muy obvia: la especie humana es distinta de las demás especies. En
tanto éstas ya nacen listas y son determinadas instintivamente en sus modos de
ser y de actuar, la especie humana es una especie “abierta”, en que cada
individuo necesita hacerse, decidir sobre lo que vendrá a ser. A eso Freire
llama “inacabamiento o la inconclusión del hombre”, de lo que surge la
necesidad de ser educado y educarse. En ese proceso en que el hombre busca
“hacerse”, él crea cultura, o sea, él acrecienta algo al mundo, modificando el
paisaje natural e inventando modos de ser y de interactuar con los otros. Y esa
producción de lo humano y del mundo humano se da mediante procesos de
aprendizaje que en última instancia son procesos de creación, siendo que “el
ímpetu de crear nace de la inconclusión del hombre” (p. 32). Así, lo que
tenemos como cultura, como sociedad y como modos de expresión de los sujetos
individuales es el resultado de la construcción de un conocimiento humano.
El
conocimiento, como resultado de los procesos de aprendizaje, no existe en
abstracto. Existe “adherido” a personas, como significado por sujetos
cognoscentes, o reconocido como tal. Por lo tanto, un acto de conocer implica
la complicidad del sujeto que lo realiza. Complicidad en el sentido de
necesitar “presentarse” con sus sentidos y percepciones previas a fin de
incrementarlas o rehacerlas. Al no tener ese anclaje en la subjetividad, el
conocimiento no modifica en nada la auto percepción del sujeto y
consecuentemente, no contribuye a la modificación de su entorno.
Entre
tanto, es bueno observar que el conocimiento no constituye algo como una
construcción solipsista, mediante la cual el sujeto construye un mundo
particular de sentidos y percepciones, desconectado de los demás. Él, el
sujeto, necesita reconstruirse continuamente a partir de la reflexión sobre la
realidad. “La realidad concreta nunca es apenas el dato objetivo, el hecho
real, sino también la percepción que se tenga de ella” (FREIRE). Sobre eso
reflexiona Freire al tratar de la cuestión de la objetividad y de la
subjetividad del conocimiento. Según su modo de ver, hay una relación
dialéctica entre objetividad y subjetividad que impide que su dicotomía. La
desidia de la subjetividad lleva al
objetivismo en el análisis de la realidad o en la acción sobre ella. Ya la
desidia de la objetividad lleva al subjetivismo y a posiciones solipsistas que,
por transformar la realidad en creación de la conciencia, niegan la objetividad
y consecuentemente, la posibilidad de la acción. Tanto el objetivismo como el
subjetivismo, también llamado de psicologismo, caen en una simplificación
ingenua. Mientras el primero implica un mundo sin hombres, el segundo implica
hombres sin mundo (FREIRE).
Para
Freire es necesario rescatar la concepción según la cual los hombres y el mundo
están en constante integración. Así, se puede ver que la realidad social es una
construcción de los hombres y que puede ser modificada por ellos. Ese proceso
en el que lo subjetivo constituye una unidad dialéctica con lo objetivo, es lo
que Freire llama de inserción crítica en la realidad. La exigencia de esa
inserción por parte de quien por ejemplo, se encuentra en situación de
opresión, está en conformidad con la concepción de que éste, el oprimido, deba
ser sujeto de una pedagogía que desea ser liberadora. En ese sentido, la
pedagogía del oprimido es la restauración de la intersubjetividad. Y, según el
entendimiento de Freire, el diálogo constituye un método capaz de desafiar a
los sujetos para un compromiso transformador, ya que implica reflexión y
acción.
En la
pedagogía dialógica de Freire, el educador y el educando están frente a un
mundo a ser conocido y transformado. Realizada como praxis, esa pedagogía
permite que la toma de conciencia de la realidad opresora y el trabajo que
busca su transformación se realicen como un único y mismo proceso. De esa
manera, la conciencia de ella se acrecienta a la situación de opresión. Y ese
proceso de conocer necesita ser realizado como tarea colectiva de hombres
sujetos, ya que la “búsqueda del Ser Más (…) no puede realizarse en el
aislamiento, en el individualismo, sino en la comunión, en la solidaridad de
las existencias” (FREIRE).
Autor
José Pedro Boufleuer
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