domingo, 24 de agosto de 2008

Escuelas para la Inclusión Social

En este post voy a colocar algunos párrafos del Documento de trabajo de la XIII Conferencia Iberoamericana de Educación, llevada a cabo en Tarija, Bolivia, 4 y 5 de septiembre de 2003. El título del trabajo es “La Educación como Factor de Inclusión Social”, los enfatizados del texto son míos.

En el documento se resalta que las políticas educativas son imprescindibles para la inclusión social, pero no son la generadora de las mismas, además señala diversos caminos a seguir, para lograr una mejora de la dramática situación que vivimos.

La Contribución de la Educación para la Inclusión Social
Entre las políticas orientadas al objetivo de la inclusión social, las de tipo educativo ocupan un lugar sin duda privilegiado, si bien hay que aceptar que es forzosamente relativo. En efecto, no se puede creer que las políticas educativas puedan ser la única (ni quizás la mejor) solución para problemas sociales de tan gran envergadura. Los esfuerzos realizados por todos los países durante décadas para fomentar la inclusión por medio de la educación no siempre se han saldado con éxito y hoy en día sigue existiendo una conexión clara entre exclusión educativa y exclusión social, que es forzoso reconocer…


Son varias las razones que avalan la necesidad de hacer frente a los procesos de exclusión por la vía educativa. Entre ellas, hay dos que sobresalen especialmente. La primera tiene que ver con la incidencia que presentan entre los más jóvenes ciertas condiciones que favorecen la exclusión. Por ejemplo, no es aceptable que las tasas de pobreza de la población infantil sean mayores que el promedio de la región. Se trata de un hecho que debería hacernos reflexionar y que exige una actuación pública enérgica. La segunda razón se refiere a la existencia de canales de transmisión intergeneracional de la exclusión, entre los que el trabajo infantil y la deserción escolar ocupan un lugar destacado, que obliga a diseñar y aplicar políticas capaces de romper ese círculo fatal.


La educación puede contribuir de manera significativa a paliar ambos efectos, mediante una actuación decidida a favor de los sectores de población que corren el riesgo de la exclusión o que han caído en ella. La atención a ambos grupos – los excluidos y los que están en riesgo de serlo – constituye el fundamento de las dos líneas complementarias de actuación que pueden seguir los sistemas educativos.


a) Una función preventiva
La primera línea de actuación tiene un carácter que podríamos denominar preventivo. Incluye diversas iniciativas educativas que pretenden contribuir a evitar que se produzca la exclusión, o que se reproduzca, en caso de existir previamente. Esta línea de actuación está basada en la oferta de una educación de calidad para todos, argumento que se ha convertido en una de las orientaciones fundamentales de la política educativa actual.
La demanda de una educación de calidad para todos, que incluye una exigencia paralela de equidad, se traduce en una serie de directrices de actuación, que merece la pena detallar:


En primer lugar, se debe promover el acceso a la educación y una escolarización completa de todos los niños y jóvenes, pero especialmente de aquellos que pertenecen a colectivos en situación de riesgo. Las tasas de escolarización de los países iberoamericanos han mejorado sensiblemente, pero aún subsiste un fenómeno preocupante de deserción temprana, que está acompañado por otro de finalización o abandono de los estudios sin haber obtenido el título correspondiente. Hay que tener en cuenta que, a medida que se generaliza el acceso a la educación, la deserción o el fracaso en la obtención de la titulación básica implica un mayor riesgo de exclusión, lo que obliga a actuar con decisión. Puede decirse que la expansión escolar tiende paradójicamente a crear una nueva exclusión educativa, que viene muchas veces a sumarse a otros factores de riesgo.


En segundo lugar, se deben ofrecer unas condiciones comparables de calidad educativa para todos, de manera que la diferencia cualitativa no contribuya a reproducir el círculo de la exclusión. En este sentido, hay que mirar con preocupación el deterioro que se registra en algunos países en las instituciones de educación pública, que pueden llegar a convertirse en centros asistenciales de atención a sectores de población en situación de riesgo…


En tercer lugar, se debe asegurar la dotación suficiente de recursos a todas las instituciones, de manera que pueda asegurarse la mayor igualdad posible de resultados escolares


En cuarto lugar, hay que esforzarse por lograr la adquisición de un conjunto de competencias básicas por parte de todos los escolares, que contribuya a aumentar el capital social o cultural de los individuos y del conjunto de la población. La escuela debe desempeñar un papel importante por esta vía para el aumento del capital social.


La inclusión educativa tiene especial importancia para aquellos colectivos que presentan algunas de las diferencias antes señaladas, ya que sabemos que tales diferencias pueden llegar a convertirse en causa de exclusión social. Así, las niñas requieren una atención educativa especial, sobre todo en aquellos países donde sus tasas de deserción escolar y de incorporación al mundo laboral son más elevadas…


Las personas con discapacidad también deben tener la posibilidad de incorporarse al sistema educativo, en la medida de sus limitaciones, evitando la exclusión que históricamente han experimentado y facilitando así su incorporación social en condiciones equitativas. Los programas de integración escolar, que han dado resultado en contextos muy diversos, están siendo revisados hoy en día desde la óptica de las exigencias planteadas por la inclusión. El nuevo concepto de educación inclusiva que tiende a extenderse en el panorama iberoamericana refleja los cambios conceptuales que se han producido y que contribuyen a renovar las ideas vigentes para hacer frente a estos problemas.


Si este tipo de actuación preventiva ha de orientarse hacia todos los sectores de la sociedad, debe realizarse un esfuerzo especial para apoyar a los que corren un mayor riesgo de exclusión. En este sentido, facilitar el acceso a la educación de los sectores excluidos o en riesgo de serlo constituye una exigencia ineludible. Además, no basta con facilitar dicha incorporación al sistema educativo, sino que debe asegurarse que esos sectores de población cuentan con entornos escolares ricos, motivadores y capaces de captar el interés de los niños y niñas que se encuentran en situación de riesgo, animándoles a continuar adelante en su proceso de formación. La calidad de las instalaciones, de los materiales y los recursos pedagógicos y, muy especialmente, del profesorado que desempeña su tarea en esos medios resulta especialmente crítica para el logro del objetivo de la inclusión…


Desde esta perspectiva cobra una gran importancia la revisión y la mejora de la formación de los docentes, dado el papel tan relevante que desempeñan en la escolarización. La discusión en marcha sobre la formación docente y sus próximos desafíos no debe olvidar la importancia que la existencia de un buen profesorado supone para el desarrollo de políticas de inclusión.


Hay que insistir en que el logro de una inclusión educativa efectiva requiere de nuevos planteamientos para el logro de una educación de calidad para todos. La repetición de las fórmulas ensayadas a lo largo del tiempo, no siempre con éxito, no constituye una garantía de que los resultados vayan a ser ahora mejores…


b) Una función remedial
La segunda línea de actuación tiene un carácter que podríamos denominar remedial. Incluye generalmente medidas de tipo compensatorio, que tienden a compensar las diferencias de condiciones de partida que sufren algunas personas o colectivos. Su objetivo consiste en proporcionar un refuerzo especial a las poblaciones o individuos en situación de exclusión, en forma de recursos pedagógicos adicionales, de extensión del periodo de formación o de recuperación de las oportunidades de educación perdidas. La exigencia de equidad implica tratar de manera diferente a los que son desiguales, proporcionando más y mejores medios a quienes están en condiciones más desfavorables.


Entre las iniciativas de este tipo que se han puesto en marcha en los países iberoamericanos, cabe destacar las acciones de educación de adultos, especialmente las que tienen por objetivo el desarrollo de las competencias básicas para desenvolverse con soltura en sociedades progresivamente más complejas y tecnificadas. Los programas de alfabetización tradicional continúan teniendo una importancia fundamental para permitir la inserción social de muchas personas, a pesar de los esfuerzos realizados en este sentido por muchos países…


Otro tipo de iniciativas son las orientadas a la formación de la población desempleada, siempre en riesgo de caer en una exclusión irreversible, con el fin de mejorar sus habilidades para insertarse de forma activa y estable en el mundo laboral. Y no se deben olvidar las iniciativas orientadas a la recuperación educativa de las poblaciones marginadas, desplazadas o minoritarias, que presentan sus propios problemas de integración. La educación ha demostrado la validez de su actuación para dar respuesta a los problemas que dichos grupos sociales plantean.


Otro ámbito que tiene especial importancia se refiere a las medidas puestas en práctica para compensar la ausencia de titulación de los jóvenes que abandonan el sistema educativo sin la cualificación necesaria. En el conjunto de la región se estima que son más de cien millones de jóvenes los que se encuentran en esta situación. Bajo la forma de programas de garantía social, de iniciación profesional o denominaciones similares, ese tipo de oferta resulta fundamental para compensar las diferencias de situación de partida al final de la escolarización.


Un aspecto que conviene subrayar es que todo este conjunto de iniciativas no deben tener un carácter meramente acumulativo. No se trata simplemente de desarrollar acciones con distintas orientaciones, sino que es preciso concebirlas de manera sistémica. Las actuaciones de tipo preventivo y las de tipo compensatorio deben ser concebidas como un continuo que admite diversas estrategias complementarias.


Como se ha señalado varias veces en este documento, la educación no es el único factor que puede contribuir al cumplimiento del objetivo de la inclusión social. No obstante, su aportación resulta decisiva, hasta tal punto que las políticas educativas desempeñan un papel central en esa estrategia integrada…

Para obtener el documento completo, hacer click ACA

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